martes, 29 de enero de 2013

Pulsera y pendientes de bolillos









Patrón de pulsera y pendientes de bolillos vistos en Internet

VI Encuentro de Bolillos y Mantillas Ciudad de Baeza






Queremos comunicar que el "VI Encuentro de Bolillos y Mantillas Ciudad de Baeza" será el próximo 14 de Septiembre del 2013.
Ya os iremos informando y colgaremos el cartel en el momento que salga de imprenta.
Os esperamos. 

viernes, 18 de enero de 2013

Historia del Bolillo

Desde la antigüedad el hombre, y la mujer, han querido siempre embellecer sus vestimentas. Las primeras habilidades, únicamente manuales, con el empleo de agujas o palillos, se remontan al comienzo de nuestra civilización occidental, en Asiria, y especialmente en Egipto. Más tarde Grecia acaparró la hegemonía, desde donde el encaje se difunde rápidamente por todo el mediterráneo, precisamente en el sur de Italia, la Magna Grecia, y el naciente y floreciente mundo árabe musulmán que desde el siglo VIII expande e implanta su cultura en Sicilia, en la península ibérica, desde aquí a Flandes (actual parte de Francia, Bélgica y Holanda) y más tarde por el norte de la península itálica. Sin embargo los descubrimientos arqueológicos evidencian la existencia de tejidos a manera de encajes en tiempos remotos, tal como  ajuares funerarios descubiertos en muchos esqueletos en la Cueva de los Murciélagos en Albuños cerca de Granada.
La palabra encaje aparece alrededor del siglo XVI con el significado de "labor tramada, encajada entre dos telas". Su edad de oro fue el periodo entre el siglo XV al XVIII donde todas las clases sociales participaron en las grandes realizaciones y usos de hermosos encajes, sea como pasamanería, sea con adorno en las prendas de vestir y como elemento de transacción comercial entre los países prósperos y vecinos de aquella época renacentista. Pero, he de aquí, que por un motivo que no tengo investigado y que me gustaría saber, Felipe III,  inmortalizado por Velázquez en un soberbia pintura expuesta en el Prado, prohibió el uso de blondas (encaje de seda de que se hacen y guarnecen vestidos de mujer y otras ropas) y encajes, destruyendo el comercio y la centenaria tradición. Y si eso fuera poco, Carlos II, en 1667, abrió las puertas a la importación indiscriminada (la historia tiene siempre antecedentes).  Más tarde, durante el advenimiento de la era industrial, siglo XVIII,  los encajes de bolillos se vieron amenazados por las poderosas máquinas de tejer capaces de reproducir fondos que posteriormente se terminaban a mano, también al comienzo del siglo XIX, un mecánico francés de Lyón, Josep Marie Jacquard (1752-1834), aporta a la máquina de tejer un sistema de selección de agujas que permiten reproducir en el tejido líneas y figuras de todas clase y distintos colores, y dieron el golpe final. Todas esas contrariedades llegaron a detener casi por completo el desarrollo de los encajes.

Los tiempos de esplendor del bolillo son todavía muy tibios. Las laboriosas encajeras de antaño ya no dedican sus tardes en comunes lugares a la charla, a mover palillos en infinitas torsiones, cruces, trenzas, etc. Pero el hombre cuando casi se hace ceniza, es capaz de resurgir, en este caso reconsiderando los valores y la vigencia de las tradiciones, arquetipos de nuestra historia.

Fuente: http://www.pasqualinonet.com.ar/el_bolillo.htm